Al final del día me doy cuenta de muchas cosas, creo que la fortaleza que suelo tener baja un poco estando aquí, quizás es porque no debo cuidarme tanto, porque puedo caminar y sé donde estoy y sé que si encuentro a alguien hay muchas probabilidades de que sea alguien que va a sonreírme y Decir Algo grato a mis oídos.
Hoy las miradas y las voces dijeron: ¡Que bueno es verte!, los deseos y las palabras fueron siempre en positivo y las sonrisas fueron las más sinceras que no he visto en muchos meses, realmente en un par de años.
Estar en casa es una aventura que me hace sentir muchas cosas, nervios, alegría, un poco de expectativa que se crea conforme pasan los minutos y horas y sé que algo falta por pasar.
Ir por cada calle es reconocer lo que soy, la historia que hay detrás de lo que ahora los demás ven; La casa, la escuela, las avenidas, el parque, cada cruce de calles, el ruido, el calor, la energía del sol que siempre ha sido de las más intensas, los colores, el acento en las voces que dicen y dicen muchas cosas que logran hacerme pensar: hace mucho que no escuchaba decir eso.
La gente camina como yo a diario donde radico actualmente y seguramente no se dan cuenta de lo que tienen, de lo mucho que hay aquí y de lo que seguramente se quejan, y me encantaría decirles, no se vayan, nunca, no dejen lo que es aquí, porque realmente se extraña.
Un par de veces utilicé mi cámara, y de nuevo el árbol, las calles, la gente…la ciudad entera me tiene enamorada y será difícil dejar lo que aquí tengo, pero me queda el hecho de saber que siempre puedo volver y vivir nuevamente lo que hoy les cuento.
Me siento extraña, hoy sentí miedo de no saber donde estaba, las calles cambiaron, dude, ¿estaré dirigiéndome en sentido contrario?...
En un semáforo en rojo mientras frente a mí cruzaban muchos autos a toda velocidad pensé: yo decidí, yo me fui… ¿Qué me detiene?
Cuándo vuelvo a mi habitación, la veo como antes, parece que nunca me fui de este lugar, lo que la hace un poco distinta es mi enorme maleta en un rincón, apenas hoy la vacié y acomode la ropa en mi closet, y mientras lo observo me doy cuenta de que la ropa ahora es distinta, de la talla ni hablar, pero soy otra mujer.
A un lado se mantiene intacta la repisa con libros y fotografías, he cambiado, mucho, poco, mejor, peor, hay de todo en cada imagen, pero aunque físicamente y en comparación me vea tan distinta, soy yo, reconozco esa mirada, en ella encuentro anhelos de cosas importantes, sueños, ideas y también melancolía…
Dicen que no se puede tener todo en la vida, quizás no al mismo tiempo, y esa melancolía podría reflejar algo que haya faltado en cada etapa.
Son muchas fotos, cada una tiene su historia, me tomaré el tiempo para mirar detenidamente y tratar de recordar que pasaba en ese tiempo, espero lograrlo, mi memoria se ha vuelto mala, y según el libro que leo actualmente eso se debe a los miedos guardados, así que ahora además de todo, hay más cosas que analizar.
Mi cama esta deliciosa, no es que sea cara ni mucho menos, es sólo que está rodeada de algo que es muy mío, logra atraparme y no sólo para dormir, si no para realmente poder descansar…extrañaba esto.
Algo que note de inmediato, es que antes de dormir pude apagar la luz y en casa no había ninguna otra encendida, siento calma, seguridad, siento que no soy yo como siempre cuidándome sola…
Apenas es el primer día…