
Quizás no lo entienda del todo, me declaro ignorante del tema, totalmente en otro mundo, aunque le diga mil veces que estoy con él y entiendo cómo se siente, sabe que no es posible.
Cada día cuando despierta, supongo que se pregunta la razón, la causa, y siento que no es el único, yo hasta el momento pretendo que nada sucede, que nada cambio, que las horas no pasan y que un día aunque yo me enoje mucho, me dirá riéndose a carcajadas que todo es un muy mala broma y que nada anda mal con su salud.
Y cuando lo escucho, cuando puedo identificar en el tono de su voz esa tristeza, trato de distraer su atención, intento no mostrarle ahora en mi voz que sé lo que pasa, que se que se esfuerza, que sé que ha llorado en silencio muchas veces, pero que cuando suena el teléfono y soy yo, entonces sonríe y se limpia el rostro para no verse afligido… ¡cómo si yo pudiera verlo!
Me arrepiento hoy de todas las veces que por mucho menos pedí a Dios que el tiempo pasara, de las veces que lloré por algo que parecía ser el fin de mi vida, de las noches que no dormí pensando si alguien me quería lo suficiente…
Hoy no es cualquier persona, no es alguien simplemente, hoy sé que el tiempo avanza y pido que Dios nos de más, hoy quiero que los relojes se detengan, quizás que retrocedan un poco, unos días, un par de semanas…dos o tres meses, y entonces iría a verlo, lo abrazaría fuerte, le diría que sí, sin pensarlo tanto.
Sé que su amor es mucho más que lo “suficiente” que un día espere, sé que su fuerza está en el corazón pero que el cuerpo no le responde, sé que los días pueden traer cosas buenas, pero quizás el termino “bueno” sea que él no sufra más…y yo tengo que aceptarlo.
No puedo juzgarlo, yo misma tengo miedo, también lloro a escondidas cuando no hablo con él y aunque no lo sabe, me seco las lágrimas para que no me vea afligida… ¡cómo si pudiera verme!
Hoy me dijo ¡Gracias! Y yo pregunte ¿por qué?...
Contesto: Tú sólo di ¡de nada! Sabes lo que significa que estés aquí aunque sea al otro lado del teléfono.